Ozzy Osbourne, figura icónica del heavy metal y legendario vocalista de Black Sabbath, murió a los 76 años. La noticia fue confirmada por su familia, marcando el final de una era para millones de seguidores alrededor del mundo que lo consideraban prácticamente indestructible.
Conocido como el «Padrino del Metal», Osbourne desafió las probabilidades durante décadas: sobrevivió al abuso prolongado de drogas y alcohol, y protagonizó episodios que quedaron tatuados en la historia del rock, como aquel concierto en Des Moines, Iowa, donde le arrancó la cabeza de un murciélago de un mordisco frente a 5 mil personas.
En los últimos años, la salud de Osbourne se vio seriamente mermada. Las secuelas de un accidente en vehículo todoterreno ocurrido en 2003 afectaron su columna cervical, y una caída en 2019 agravó aún más su estado. Ese mismo año fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson, además de enfrentar complicaciones por COVID-19.
Originario de Birmingham, Inglaterra, Osbourne nació en un hogar obrero y compartió una pequeña vivienda con cinco hermanos. Su infancia estuvo marcada por el acoso escolar y abandonó la escuela a los 15 años. Ejerció diversos oficios —desde afinador de trompetas hasta trabajador en un matadero— antes de pasar brevemente por la cárcel por robo.
Su carrera musical comenzó en 1967 como vocalista de la banda Rare Breed. Poco después, junto a Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward, formó Earth, agrupación que eventualmente se rebautizaría como Black Sabbath. En 1970 lanzaron su álbum debut homónimo, inicialmente criticado por la prensa especializada pero rápidamente convertido en un referente del metal. Ese mismo año lanzaron Paranoid, que contenía clásicos como “Iron Man” y “War Pigs”. Un año después, Master of Reality consolidó su lugar en la historia del género.
Fue durante esa época que conoció a Sharon Arden, quien más adelante se convertiría en su esposa y mánager. Antes estuvo casado con Thelma Riley, con quien tuvo dos hijos. Más tarde, Osbourne confesó no recordar ni el nacimiento de sus hijos debido a su adicción.
Ozzy y Sharon enfrentaron diversos altibajos, incluyendo un episodio en 1989 cuando, bajo el influjo de las drogas, él intentó estrangularla. Fue arrestado y enviado a rehabilitación por seis meses. A pesar del incidente, la pareja permaneció unida y superó incluso un escándalo de infidelidad en 2016.
La vida privada de la familia Osbourne quedó expuesta ante las cámaras en The Osbournes, reality show emitido por MTV entre 2002 y 2005, donde participó junto a sus hijos Kelly y Jack, mientras que su hija mayor, Aimee, prefirió mantenerse al margen.
A lo largo de su trayectoria, Osbourne fue reconocido con múltiples galardones, incluido un Grammy a Mejor Interpretación de Metal en 1994. En 2006 ingresó al Salón de la Fama del Rock and Roll junto a sus compañeros de Black Sabbath.
Su excéntrica personalidad fue tan celebrada como criticada. Para sus fans, sus excentricidades eran parte de su autenticidad; para otros, especialmente sectores conservadores, representaban una peligrosa influencia sobre los jóvenes. Sin embargo, ningún incidente encapsula mejor su figura que el infame episodio del murciélago: aunque el animal ya estaba muerto cuando fue arrojado al escenario, Osbourne fue llevado de urgencia al hospital para recibir vacunas contra la rabia.
Incluso con problemas de salud persistentes, Ozzy se mantuvo activo en la música hasta sus últimos años. En 2013 se reunió con Black Sabbath para lanzar 13, su álbum final como grupo. En 2022, editó su último disco como solista, Patient Number 9, con colaboraciones de figuras como Eric Clapton, Jeff Beck y Taylor Hawkins. Dicho material le valió el Grammy al Mejor Álbum de Rock en 2023.
Ese mismo año, ofreció una breve pero simbólica reunión con Tony Iommi durante la ceremonia de clausura de los Juegos de la Commonwealth, interpretando los clásicos “Iron Man” y “Paranoid”.
“Ni siquiera podía mantenerme en pie”, bromeó en una entrevista con The Independent. “Pero pensé: ‘Solo tengo que pararme ahí con el micrófono… si me caigo, pensarán que es parte del show’”.
Y así fue. Hasta el último momento, Ozzy Osbourne hizo lo que mejor sabía hacer: subir al escenario, desafiar sus límites y dejar una huella imposible de borrar.
EJ.
