Celebrar cada 9 de agosto el Día Internacional de los Pueblos Indígenas es hablar de riqueza histórica, diversidad cultural e identidad, y qué mejor ejemplo que la vida del poeta más prolífico de la cultura zapoteca, con más de 30 libros en su haber.

Cuando Juchitán fue el primer municipio en México ganado por la izquierda, Macario Matus Gutiérrez fraguaba Lidxi Guendabiaani’, que en zapoteco significa lidxi, casa; guenda, alma, y biaani, luz o inteligencia, con la visión de mostrar a los tecos una constelación de artistas.

Aquel chegueño desde entonces supo promover el intercambio cultural entre genios oaxaqueños y mundiales. Y así de 1979 a 1989 dirigió la Casa de Cultura de Juchitán, donde desfilaron las obras de sus afamados contemporáneos de la talla de Joan Miró, Shinobu Tobita, Auguste Rodin, José Luis Cuevas o José Tlatelpas.

Cuando este proyecto se creó “nos reunimos un grupo de amigos juchitecos, entre ellos recuerdo a Andrés Henestrosa, Lorenzo Carrasco, Víctor de la Cruz y otros”, publicó Francisco Toledo el 17 de octubre de 2017 en su columna de Proceso.

“La discusión en un principio era porque no sabíamos si ponerle Lidxi Guendabiaani’ o Lidxi Guendananna; el zapoteco es una lengua tonal, y la palabra nanna, según su entonación, tiene distintos significados: nana-abuela; nanna-conocimiento, saber; naná-dolor”, rememoró el artista plástico.

De esa musicalidad hablaba Macario como escritor del didxazá, el idioma de la gente que provenimos de las nubes, y por eso el ensayista de Arte mexicano del Siglo XX (2002) plasmó su obra literaria colmada de la gran cosmovisión indígena del Istmo de Tehuantepec.

Investigó “la lengua de los binnizá. En el año 2004 publicó la actualización hecha por él mismo (producto de varios años de trabajo) del Vocabulario Castellano Zapoteco de Fray Juan de Córdova de 1578”, cuenta Irma Pineda en Colibrí de esplendorosa pluma del Programa México Nación Multicultural, UNAM.

Destacó su poesía erótica que raya en lo sublime de la intimidad y nada tiene de pornográfica. Baste leer La noche de tus muslos (1986), Diccionario erótico (2003) o las 31 páginas de Lemura (1994, Fundación Guiée Xhúuba), para entender que este crítico de arte de la UNESCO y de la International Association of Art Critics siempre pretendía incubar el talento de poetas, pintores, escritores y músicos.

Este fundador de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, pionera en su género, se deleitaba con su sección Erotomanías del suplemento cultural Sábado del diario Uno más uno.

El periodista de El Nacional, El Día, Excelsior, El Universal Gráfico, La Hora de Oaxaca y las revistas Generación, Siempre y Brecha, encabezó la revista Neza Cubi (Camino nuevo), antecedida por Neza (1935) y precedida por Guchachi’ Reza (Iguana rajada).

El contador público por la UNAM inmerso en la CDMX, formó el Centro Cultural Juchitán, y con esa misma nostalgia de sus raíces lingüísticas planeó el Centro Cultural Yoo Zaa, antes que lo sorprendiera la muerte una mañana de agosto como hoy pero de 2009: luego de comprar su diario La Jornada a las 6 am, pasó su último día hospitalizado y falleció a las 20 horas.

Con la añoranza de este autor por su lengua y su tierra, un grupo de discípulos continuamos éste su proyecto al concretar el Centro Cultural Macario Matus incrustado junto a la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, y dirigido desde aquel noviembre por Feliciano Carrasco, quien ahí imparte zapoteco, y hoy relee Orígenes (1998):

“Toda oscuridad era cuando los zapotecos brotaron de los viejos árboles, como la ceiba”, plasmó ta Matus. Y es que “cuando un poeta como él nace, muere el odio del mundo, y es algo que se festeja junto a la aurora”, bien dijo su colega costarricense Alfredo Cardona al también evocarlo.

Por eso la invitación es matar el negro tiempo de esta pandemia leyéndoles a los niños El estornudo de Don Lucio, Colibrí/SEP (1979), Relatos zapotecos (edición bilingüe) Culturas Populares, Lenguas de México (1997), La niña y el lagarto, Ponte en mi lugar, Cuadernos de Educación Ciudadana/FONAFE (2003).

Jóvenes atestigüen la entrevista Dos testimonios de 1911 de este finalista del Certamen Internacional sobre la lucha de los indígenas en América Latina (INBA, 1980) y Premio del Museo Nacional de las Culturas Populares 1985 por Mi pueblo durante la Revolución.

Libro “reimpreso por el maestro Guillermo Marín como La Revolución en Juchitán, por la Secretaría de Oaxaca, en 2010… así mientras lo recuerdes, [mi padre] seguirá vivo”, sentenció Maura Matus Ortega en este onceavo aniversario luctuoso.

“Los artistas deben ser la conciencia crítica de su tiempo, y yo no me he callado cuando algo en la cultura me irrita. Por eso nunca me van a publicar, sólo hasta que llegue un gobernante que sepa leer”, retó el traductor de Pier Paolo Pasolini, durante un homenaje en su honor en 2003.