Gaza. Al menos 10 mil palestinos abandonaron sus hogares en la franja de Gaza, afirmó la Organización de Naciones Unidas (ONU), al tiempo que Israel continuó su feroz ofensiva militar con bombardeos aéreos y fuego de artillería contra el pequeño enclave, en una escalada de tensiones en la región que comenzó el pasado lunes y que ha dejado más de 130 muertos.

Las protestas de ayer por Cisjordania derivaron en uno de los enfrentamientos más violentos con el ejército israelí desde la segunda intifada, que empezó en 2000, con saldo de 11 palestinos muertos y más de 150 manifestantes heridos, según el Ministerio de Salud local y la Media Luna Roja. Foto Afp

viones del ejército israelí reanudaron los ataques aéreos sobre Gaza la madrugada de este sábado, y militantes del movimiento islamita Hamas respondieron lanzando cohetes hacia Israel, mientras diplomáticos estadunidenses y árabes buscan poner fin a la violencia.

Médicos palestinos indicaron que al menos dos personas murieron en uno de los varios ataques aéreos en el norte del enclave. Residentes afirmaron que barcos israelíes dispararon proyectiles desde el Mediterráneo, aunque es posible que ninguno haya alcanzado Gaza.

Las fuerzas israelíes reportaron haber alcanzado la oficina del jefe de seguridad del Movimiento de Resistencia Islámica, Tawfiq Abu Naim, así como tres instalaciones de lanzamiento de cohetes en Gaza.

Después de días de intensos combates entre el ejército israelí y la milicia de Hamas, algunos aterrorizados residentes de los barrios en la periferia de Gaza, especialmente del norte, decidieron no esperar a ver si se repite lo ocurrido en 2014, cuando hubo una incursión militar terrestre, por lo que tomaron a sus hijos y sus pertenencias para huir.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados informó ayer que cientos de personas huyeron desde el jueves hacia las escuelas administradas por la ONU en Gaza para refugiarse, particularmente en el norte, y destacó que toman medidas para asegurarse de que los sitios estuvieran organizados con la finalidad de evitar contagios de Covid-19.

Aquellos que se dirigían al sur, algunos jalando carretillas para transportar sus pertenencias, pasaban frente a edificios destruidos durante el conflicto en Gaza, un enclave costero que alberga a 2 millones de personas y en gran parte aislado del mundo exterior debido a un bloqueo impuesto por Israel.

Bajo fuertes bombardeos el jueves por la noche, Rewaa Marouf tomó a sus hijos y huyó de la ciudad de Beit Lahiya, cerca de la frontera norte de Gaza con Israel. Ella se dirigió a una escuela administrada por la ONU en el campo de refugiados de Jabalia, uniéndose a decenas de personas apiñadas en el interior, mientras en los caminos la gente viajaba más al sur en automóviles, carretas tiradas por burros o a pie.

“Estábamos sentados con los niños en casa cuando de repente la artillería comenzó a bombardear en todas direcciones”, recordó.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) está ayudando con suministros médicos en Gaza, pero se necesita más apoyo en medio de las crecientes tensiones entre Israel y Palestina, dijo a Sputnik la jefa regional de Comunicaciones de Medio Oriente y África del Norte, Juliette Touma. “Esto es lo que más necesitamos: movilizar suministros médicos para los centros de salud en Gaza”, instó Touma.

“La mayoría de los niños palestinos que fueron arrestados en Jerusalén Este ahora están en libertad”, indicó la responsable, quien explicó que 34 menores en la franja de Gaza y dos en Israel han muerto en estos enfrentamientos.

La ofensiva “aún no acaba”: Netanyahu

A pesar de los llamados internacionales para el cese inmediato de todas las hostilidades, incluido el del jefe de la ONU, António Guterres, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, sostuvo que la ofensiva “aún no acaba” y se aplicará “según sea necesario para restablecer la calma en el estado de Israel”.

Israel desplegó el viernes tropas a lo largo de la frontera con la franja de Gaza y llamó a filas a 9 mil reservistas tras días de combates con Hamas para intentar detener la entrada de armas.

Su artillería atacó el norte de Gaza durante la madrugada del viernes en un intento por destruir una vasta red de túneles empleados por el grupo armado dentro del territorio palestino, informó el ejército, acercando las líneas del frente a áreas civiles con densa población y allanando el camino a una posible invasión terrestre.

El ejército israelí emitió una preocupante declaración a la prensa esa noche: “Tropas de las divisiones de tierra y aire de las fuerzas de defensa de Israel están atacando la franja de Gaza en estos momentos”.

La escueta frase provocó intensas conjeturas de que Israel había lanzado una invasión terrestre en Gaza, un escenario muy temido que marcaría una sangrienta escalada de las operaciones de esta semana contra combatientes de Hamas. Incluso se afirmó categóricamente a algunos reporteros que la incursión había comenzado.

Horas después, las fuerzas armadas hicieron una “aclaración”: no hay soldados dentro de Gaza. Pero para entonces diversos medios noticiosos del mundo habían informado erróneamente sobre una ofensiva terrestre en marcha.

Aunque el ejército intentó minimizar el incidente y lo presentó como un mal entendido, reconocidos comentaristas militares israelíes aseguraron que la prensa fue utilizada como parte de un elaborado ardid para atraer a combatientes de Hamas a una trampa mortal en la que tal vez docenas de ellos fueron aniquilados.

En tanto, las manifestaciones de ira del viernes por toda Cisjordania derivaron en uno de los enfrentamientos más violentos con el ejército israelí de los años recientes: 11 palestinos murieron y más de 150 manifestantes han resultado heridos, según un balance del Ministerio de Salud local y de la Media Luna Roja.

Los seis días de enfrentamientos han provocado 126 muertos palestinos, entre ellos 34 menores y 20 mujeres, y 950 heridos, según el Ministerio de Salud palestino, mientras en Israel nueve personas han fallecido, entre ellos un menor, y más de 560 han resultado lesionadas, de acuerdo con las autoridades locales.

Desde el lunes, los insurgentes palestinos han disparado casi 2 mil proyectiles, pero el ejército israelí lanzó más de 600 ataques aéreos que derribaron al menos tres edificios de apartamentos. Los bombardeos y las columnas de humo, visibles a kilómetros a la redonda, han reducido inmuebles de viviendas a ruinas en el pequeño territorio.

Rafat Tanani, su esposa embarazada y sus cuatro hijos murieron cuando un avión de combate israelí redujo a escombros la construcción donde estaban. Sadallah Tanani, pariente de los deudos, aseguró que la familia fue “eliminada del registro de población” sin previo aviso y añadió: “Esto fue una masacre. Mis sentimientos son indescriptibles”.

Proyectiles desde Siria

El escudo antimisiles Domo de Hierro ha interceptado cerca de 90 por ciento de los cohetes lanzados esta semana desde Gaza. El ejército reportó el disparo de tres proyectiles desde Siria contra territorio israelí, pero uno de ellos impactó en territorio sirio.

Los actuales enfrentamientos estallaron tras un levantamiento generado por órdenes de desalojo de familias palestinas del barrio de Sheij Jarrá, en Jerusalén Este, y se recrudecieron en los días recientes por las protestas contra la represión de las fuerzas de seguridad israelíes, que dejaron cientos de palestinos heridos.

Las tensiones aumentaron el domingo, cuando las fuerzas israelíes irrumpieron nuevamente en la Explanada de las Mezquitas –conocida como Monte del Templo por los judíos– y lanzaron gas lacrimógeno incluso hacia dentro de la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado para los musulmanes. Hamas lanzó un ultimátum para que las fuerzas israelíes se retiraran del complejo sacro y al vencer el plazo comenzó a lanzar cohetes contra Israel.

Hace apenas unas semanas, el frágil sistema de salud de la franja enfrentaba con dificultades un aumento incontrolado de casos de Covid-19. Las autoridades desalojaron quirófanos, suspendieron la atención médica no esencial y asignaron médicos a los pacientes graves.

Los médicos en el aglomerado enclave reasignan ahora camas de unidades de cuidados intensivos y maniobrando a toda prisa para hacer frente a una crisis sanitaria muy distinta: atender a heridos de explosiones y esquirlas, vendar cortaduras y efectuar amputaciones.

Fuente: La Jornada

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