Los recientes ataques aéreos de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en Irán han intensificado las especulaciones sobre una posible respuesta de Teherán: el cierre del estratégico Estrecho de Ormuz. Aunque Irán ha amenazado en varias ocasiones con bloquear esta importante vía marítima, aún no ha llevado a cabo acciones concretas en ese sentido, pero la opción sigue en la mesa.
El Estrecho de Ormuz, por donde transita aproximadamente una quinta parte del petróleo mundial, representa un punto clave en el comercio energético global. Un cierre total de esta vía, incluso por unas pocas horas o días, sería una pesadilla para los mercados internacionales, ya que dispararía los precios del crudo en casi un 70%, según analistas de JPMorgan & Co., afectando la economía mundial y frenando el crecimiento económico.
Hasta el momento, el transporte de petróleo desde la región se ha mantenido relativamente estable, con un aumento en los envíos desde Irán y una actividad constante de petroleros en el estrecho. Sin embargo, el Ministerio de Transporte Marítimo de Grecia recomendó a los armadores revisar sus rutas, ante la posibilidad de que Irán decida tomar represalias contra los buques en respuesta a los ataques estadounidenses.
Teherán cuenta con varias opciones para afectar el comercio en el estrecho, desde acciones menores como el acoso a buques en la zona, hasta medidas más extremas como el uso de drones, minas o bombas para hacer que el paso sea intransitable. El experto Daniel Sternoff, del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia, señala que “si Irán decidiera actuar en el Estrecho de Ormuz, existen diversas posibilidades y escenarios con distintas consecuencias”.
No obstante, Irán también debe considerar las posibles represalias contra su propia infraestructura energética y el impacto que una interrupción en los flujos afectaría a China, su principal comprador de petróleo. Además, la situación actual, marcada por conflictos con Israel y Estados Unidos, podría limitar su capacidad para realizar ataques disruptivos a gran escala.
Por su parte, las potencias occidentales están preparadas para proteger el transporte marítimo en la zona, y una opción que Teherán podría considerar sería intensificar el acoso a la navegación comercial, como ha ocurrido en el pasado, con el ingreso de buques a aguas territoriales iraníes o incluso reteniendo embarcaciones, lo cual genera temor entre las tripulaciones.
Desde hace tiempo, las Fuerzas Marítimas Combinadas, una coalición naval que opera desde Bahréin, ha reportado que las tensiones actuales hacen que la presencia de pequeñas embarcaciones iraníes en la zona sea aún más peligrosa. Dependiendo de la intensidad de las acciones iraníes, los barcos podrían verse obligados a navegar en convoyes protegidos por las armadas occidentales, lo cual sería una medida poco eficiente para la industria marítima, pero que garantizaría la continuidad del suministro de petróleo si la flota cuenta con suficientes buques de respaldo.
EJ.