El propio Gobierno de la Ciudad de México ha tenido que admitirlo: el transporte público concesionado —como microbuses, vagonetas y combis— se encuentra en mal estado y opera con serias deficiencias en seguridad, eficiencia y confiabilidad. Así lo reconoció en su Primer Informe de Actividades.
Este sistema, utilizado por más de 4.4 millones de personas al día —casi la mitad de los capitalinos—, sigue funcionando con unidades que, en algunos casos, datan de los años 80, de acuerdo con datos obtenidos vía transparencia de la Secretaría de Movilidad (Semovi). Para miles de usuarios, subirse a uno de estos vehículos implica un viaje lleno de sobresaltos: ventanas polarizadas, música a todo volumen, maniobras temerarias de los choferes, y una constante sensación de riesgo.
Un vistazo a la avenida Ferrocarril Hidalgo, en la alcaldía Gustavo A. Madero, permite entender el contraste: mientras algunos autobuses modernos de la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) avanzan con relativa fluidez, los viejos microbuses de rutas como Martín Carrera-Mixcalco siguen dando batalla. Subirse a uno de ellos implica literalmente aferrarse con todo —a tubos, asientos o lo que se pueda— si no se quiere acabar en el suelo ante un frenazo repentino. El modelo promedio de estas unidades es del año 2003.
Durante un recorrido, no es raro que el microbús vibre como si se fuera a desarmar con cada tope o bache. Los conductores, en muchos casos, ni siquiera esperan a que suba por completo el pasajero cuando ya arrancaron de nuevo.
“Ya ni nos espanta. Hay que agarrarse hasta con los dientes. Ya son años así”, dice con resignación don Pablo, un hombre de 69 años que cada semana viaja al Centro Histórico para surtir su papelería.
A pesar de las condiciones en las que operan estas unidades, en las últimas semanas algunos concesionarios han bloqueado vialidades para exigir un aumento a la tarifa.
Sustitución de unidades, sin datos actualizados
La Secretaría de Movilidad asegura que actualmente no puede ofrecer cifras claras sobre el avance en la sustitución del transporte concesionado. ¿La razón? Está en marcha el Programa Anual de Revista 2025, una revisión documental y mecánica de las unidades.
Lo último que se sabe con certeza proviene de informes anteriores: durante la pasada administración se sustituyeron 2,700 unidades con una inversión de 1,700 millones de pesos, aunque no se especifica el plazo en que se logró. En lo que va del actual gobierno, se han retirado 419 microbuses antiguos y se han incorporado 186 unidades nuevas.
Además, en 2024 se destinaron 254.3 millones de pesos a través de siete “acciones sociales” que buscan apoyar a los concesionarios en la renovación de sus vehículos y su transición hacia un modelo de operación más regulado.
Sin embargo, para los usuarios, la transformación aún se ve lejana. Mientras tanto, el día a día sigue siendo un viaje lleno de baches —literal y figuradamente— para millones de capitalinos.