Encapuchados protagonizan disturbios durante la marcha por la masacre de Tlatelolco; tres agentes permanecen graves y se reportan saqueos y daños a inmuebles públicos y privados.
La marcha conmemorativa del 2 de octubre, fecha que recuerda la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en 1968, terminó este año con saldo rojo: cerca de un centenar de elementos policiacos resultaron lesionados, tres de ellos en estado delicado, tras los enfrentamientos registrados en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Lo que inició como una manifestación pacífica para honrar la memoria de las víctimas de uno de los episodios más oscuros del México contemporáneo, terminó empañado por los actos violentos de grupos encapuchados que atacaron negocios, causaron destrozos en espacios públicos y agredieron a uniformados.
Además de los disturbios en el Zócalo capitalino, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) denunció daños al Centro Cultural Universitario Tlatelolco, donde individuos lanzaron artefactos explosivos menores y destruyeron el acceso principal del edificio. La institución anunció que interpondrá las denuncias correspondientes y condenó el ataque, señalando que “atacar un centro cultural que nació como un Memorial del 68 es una afrenta a quienes lucharon en paz por una sociedad más justa, tolerante y democrática”.
La conmemoración de la masacre —ocurrida apenas 10 días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1968 y considerada un crimen de Estado— sigue siendo un punto de dolor y memoria en la historia mexicana. Aunque este año la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, evitó referirse directamente a los hechos de 1968, destacó que “a diferencia de entonces, hoy la policía no reprime, sino que construye paz y protege a la ciudadanía”.
Por su parte la jefa de gobierno Clara Brugada lamento los hechos violentos ocurridos:
A pesar de los intentos de las autoridades por evitar la confrontación, los disturbios de este año reavivan el debate sobre la delgada línea entre el derecho a la protesta y la violencia que termina por opacar el verdadero propósito de la jornada: la memoria y la exigencia de justicia.
