Una era gastronómica llegó a su fin en la colonia Roma con el desalojo del tradicional restaurante Las Flautas, ubicado en Tonalá 130, entre las calles Guanajuato y Zacatecas. El negocio, con casi seis décadas de operación, fue desocupado la mañana del miércoles como parte de un proceso judicial que ha generado indignación entre vecinos y comensales.
Cerca de las 11:30 horas, un grupo de aproximadamente 20 personas —entre hombres y mujeres— ingresó al establecimiento sin mayor explicación que la frase: “Es un desalojo”. En cuestión de minutos comenzaron a sacar refrigeradores, estufas, utensilios de cocina, mesas y sillas hacia la acera, lo que provocó una crisis nerviosa en la propietaria del local, quien, según testigos, se desmayó en el lugar.
De acuerdo con comerciantes de la zona, aunque se solicitó una ambulancia, esta nunca llegó. La policía acudió posteriormente, pero, afirmaron los vecinos, su presencia fue para resguardar a los cargadores, no para apoyar a los afectados.
Mario Rodríguez, presidente de la Fundación La Roma, declaró que el inmueble —de tres niveles y planta baja— presuntamente fue vendido, aunque no hubo notificación formal del proceso legal ni se presentó una orden de desalojo visible. Rodríguez añadió que este tipo de desalojos sin previo aviso se ha vuelto cada vez más frecuente en la zona, impulsados por el avance de la gentrificación.
Testigos señalaron que una actuaria del Tribunal Superior de Justicia acudió al sitio, pero no mostró ningún documento oficial ni colocó notificación alguna en la cortina del restaurante, el cual resistió décadas de cambios, incluyendo los sismos de 1985 y 2017, además de la pandemia de COVID-19.
Los responsables del negocio habían pagado la renta un día antes del desalojo. Para muchos residentes, el futuro del inmueble es incierto: podría convertirse en un espacio para renta de corta estancia, un nuevo negocio más rentable o incluso ser demolido para dar paso a una nueva construcción.

El restaurante Las Flautas era reconocido por su menú tradicional de antojitos mexicanos: flautas de pollo, barbacoa, queso, papa, frijoles, tacos de canasta y de guisado, acompañados de aguas frescas. Operaba con base en derechos adquiridos, dado que el uso de suelo de la calle Tonalá es habitacional, según el programa delegacional de 2008.
Entre los objetos que quedaron regados en la vía pública, destacaban una antigua fotografía del personal del restaurante y un cuadro conmemorativo de su 25 aniversario, celebrado en 1991.
Algunos empleados manifestaron su esperanza de que el negocio pueda reabrir en otra ubicación, posiblemente en la colonia Narvarte. En tanto, un vecino de la tercera edad, testigo del desalojo, recordó que trabajaba en la zona desde los 10 años como repartidor de leche, y lamentó haber tenido que dejar su vivienda tras un aumento de renta de 8 mil a 16 mil pesos, reflejo del proceso de transformación urbana que vive la colonia.
EJ.