Nuevamente condiciona el republicano los gravámenes al cumplimiento de sus demandas y necesidades. Incluso, dejó abierta la posibilidad de aplicar aranceles también al petróleo canadiense. «Vamos a tomar esa determinación esta noche», apuntó.
El plan de México
Tal como lo hiciera su antecesor, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha llamado a la calma y ha desestimado que pueda ocurrir lo anunciado por su par estadounidense desde que estaba en campaña electoral.
Sheinbaum reiteró que hay vías de diálogo entre las dos administraciones, y también adelantó que de ocurrir una imposición de aranceles, su Gobierno tiene un «plan». No se descarta que se plantee la reciprocidad, como ya ocurrió anteriormente.
La principal venta del país latinoamericano a EE.UU. en 2024 fue de partes y accesorios de vehículos automotores, por un monto de 77.278 millones de dólares, lo que implica 43 % de su exportación total, recoge El Economista. Algunas analistas consideran que la imposición de aranceles podría tener un efecto búmeran y más bien afectar a EE.UU.

El lado canadiense
La postura de Canadá ha sido similar a la mexicana. La ministra de Asuntos Exteriores, Mélanie Joly, manifestó el pasado miércoles que se siente «cautamente optimista» sobre el esfuerzo diplomático que ha hecho ese país para eludir los aranceles, aunque asomó que el inquilino de la Casa Blanca es «impredecible».
El pronóstico sobre lo que podría pasarle a Ottawa no es alentador. Según The Washington Post, ese país envía casi 80 % de sus exportaciones a EE.UU., por lo que muchos expertos consideran que las anunciadas medidas podrían llevar a la economía a una recesión, que reduciría el PIB en 2,6 %, además de causar inflación.
Frente a este panorama incierto, Canadá también ha barajeado la posibilidad de aplicar la reciprocidad.
Una amenaza de antaño
Ya en su primer mandato, el tema de los gravámenes para los productos provenientes de China, México, Canadá y la Unión Europea copó titulares y hubo abundante intercambio de declaraciones, mientras los gobiernos veían esa posibilidad cernirse sobre su actividad comercial con EE.UU.
En el caso de México y Canadá, la amenaza anunciada por el republicano en su primer mandato, bajo el argumento de la «defensa nacional», se enfrentó a los vaivenes de la diplomacia de micrófonos y de las redes.
En 2018 fue aprobado el ajuste arancelario al acero y el aluminio, y el Gobierno mexicano anunció que tomaría represalias con distintos productos de origen estadounidense. Esas medidas fueron posteriormente levantadas en un contexto signado por acuerdos, negociaciones y, finalmente, la ratificación del acuerdo comercial entre México, Canadá y EE.UU. (T-MEC), que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Una vez sorteado ese obstáculo, Trump nuevamente volvió a la carga contra México y advirtió que impondría gravámenes de 5 % a todos los productos que llegaran de ese país mientras no se detuviera el flujo de migrantes. Asimismo, advirtió que gravaría con 25 % a los vehículos importados del país limítrofe.
El entonces mandatario Andrés Manuel López Obrador se mostró abierto al diálogo, sin ceder en su posición soberana. Finalmente, el republicano volvió a desistir de imponer el incremento de 5 % a todos los productos que entraran a EE.UU. suelo mexicano, aduciendo que su homólogo hacía un «gran trabajo» para contener los flujos migratorios.
Una medida aún incierta
En cuanto atañe a lo adelantado por Trump en lo que va de su Gobierno, ya el día de su toma de posesión se emitió un memorándum sobre la ‘Política Comercial EE.UU. Primero’, donde se afirma que se estudiará la viabilidad de «construir e implementar un Servicio de Impuestos Externos (ERS) para recaudar aranceles, derechos y otros ingresos relacionados con el comercio exterior».
Su política comercial, según el escrito, busca actuar ante un «comercio injusto y desequilibrado» e investigar «las causas de los grandes y persistentes déficits comerciales anuales en bienes» estadounidenses, así como los «riesgos económicos y de seguridad nacional» que de allí se derivan. Ante esto, se pidió a las agencias gubernamentales recomendar medidas como «un arancel suplementario global u otras políticas».