Cuba restableció su Sistema Eléctrico Nacional (SEN) a pocos días de la desconexión general acontecida el 18 de octubre último. Sin embargo, persisten los apagones prolongados y las causas que provocaron ese escenario: el impacto negativo de las medidas estadounidenses y la insolvencia económica para la adquisición de combustible.
Para el economista Yunier Morales Gutiérrez, la crisis del sector en la isla resulta una «realidad compleja y multicausal» que comprende tres factores esenciales:

1.Obsolescencia tecnológica de la infraestructura
2.Falta de estrategias para sustituir o modernizar el sistema eléctrico y la matriz energética
3.El difícil contexto político que afecta a sus principales aliados.

«[Estos y otros factores] han incidido en la interrupción o disminución eventual de la llegada de los combustibles planificados, lo que obliga al Gobierno a hacer malabares para mantener el servicio eléctrico en el país, al menos, de manera interrumpida», dijo el experto.

Por tanto, según aseguró a Sputnik, el reciente colapso del SEN representa una consecuencia de las razones antes expuestas y otras como el incremento de la demanda y la «depresión financiera que atraviesa la economía cubana cada año, especialmente en los meses de septiembre y octubre, con carácter cíclico».
Sobre el tema, Fabio Fernández, doctor en Ciencias Históricas y profesor de la Universidad de La Habana, añadió a Sputnik además de la guerra económica de Washington contra la isla, el impacto de la pandemia COVID-19, «de la cual aún no nos hemos recuperado» y los altos niveles de inflación a nivel mundial.
De hecho, el 30 de octubre, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó por trigésimo segundo año consecutivo una resolución que exige a EEUU levantar el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto hace más de seis décadas contra Cuba.

¿Cómo afecta a los actores estatales y privados?

Entre los factores de ese difícil panorama nacional, Fernández mencionó «la propia debilidad de la economía cubana que no ha logrado dar un salto cualitativo, a partir de la adopción de transformaciones encaminadas a ponerla en mejores circunstancias y eliminar un conjunto de trabas e inercias para su tránsito exitoso».
A su juicio, la afectación para los actores económicos estatales y privados es «absoluta» porque disminuyen los niveles de actividad; y, respecto a los privados, destacó su capacidad de resistencia frente a la crisis energética, «en los días del apagón masivo podías encontrar negocios que estaban operando por su inversión, por ejemplo, en plantas eléctricas».
Morales Gutiérrez, no obstante, subrayó que en ese período hubo también pérdidas por la falta de refrigeración de los productos e interrupción de los servicios como consecuencia de la falta de electricidad, aspectos incorporados hoy «a la matriz que compone el riesgo país para los posibles inversores en la isla».

«Varios establecimientos privados se vieron obligados a vender sus productos congelados por debajo de sus costos. Pero, sin dudas, los mayores daños los sufrieron las familias que perdieron sus reservas de alimentos. Se estima que más del 70% de los ingresos familiares en Cuba son destinados a la compra de ese tipo de insumos», aseguró el economista.

De igual manera, apuntó que el corte de energía trajo consigo la imposibilidad de bombear agua hasta los hogares, «lo que agudizó el malestar y la tragedia que vivieron gran parte de los cubanos durante esos días».
En consideración del entrevistado, «en el futuro cercano existen más posibilidades de experimentar nuevamente situaciones similares, que ver las soluciones a los problemas detonantes de esta crisis», pues «la inversión que demanda el sistema eléctrico cubano es millonaria».

¿Existe alguna estrategia gubernamental?

Yuliesky Amador, profesor auxiliar y decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Universidad de Artemisa, refirió a Sputnik que el Gobierno «da pasos, aunque parezcan lentos, que traerán una mejoría paulatina y nos permitirán acercarnos a la recuperación».
En su opinión, muestra de ello es el programa estatal destinado al enfrentamiento de esa problemática que comprende la reparación de las termoeléctricas, el incremento de la producción de crudo nacional y el uso de las fuentes renovables de energía, sumado a la implementación de medidas para proteger el consumo en los hogares.
«Esto viene acompañado del reajuste de actividades laborales no imprescindibles, el rescate del teletrabajo o el trabajo a distancia, el funcionamiento real de los Consejos Energéticos, la desconexión general de los locales vacíos y el apagado, en horario pico, de equipos altos consumidores de energía», puntualizó.
Resaltó también la relevancia de «no descuidar y priorizar en medio de tan complejos momentos, la comunicación constante con la sociedad sobre las afectaciones existentes y los esfuerzos realizados por los trabajadores del sector; en más de una ocasión el presidente Miguel Díaz- Canel ha insistido que no debe faltar el acompañamiento y la explicación».
De acuerdo con Morales Gutiérrez, en tan complejo escenario, opciones como la generación mediante energías renovables «pudieran resultar alternativas para sortear las crisis, sin embargo, para que tengan un impacto real a gran escala necesitan también de inversiones o al menos de un marco legal que incentive el uso extendido de estas tecnologías».
Unido a ello, recomendó la pertinencia de iniciativas puntuales como: la eliminación del pago de aranceles de importación a personas naturales y jurídicas para ese tipo de insumos o la subvención de los precios de venta por el estado.